El trabajo con memoria celular es otra herramienta para ir más allá de la mera toma de consciencia de nuestros patrones repetitivos: se trata de cambiar nuestra programación inconsciente.

Efectivamente dichos patrones están basados en la inteligencia corporal y su memoria: todo lo vivido se inscribe en el cuerpo y sus células; las cosas que nos ocurren se inscriben a modo de programas: programamos nuestro cuerpo y sus células, inscribiendo ciclos y relacionando comportamientos.

Al igual que se explica en la sección de ritmos biológicos memorizados,  cuando sufrimos un shock, un traumatismo, un evento que nos impacta de alguna manera y se genera un conflicto que no se resuelve, el cerebro lo va a registrar como un programa  y lo va a almacenar en la memoria celular (como el disco duro de un ordenador) a modo de una creencia destinada a repetirse en el tiempo, manifestándose a través de otros eventos que tendrán en común síntomas que se resienten de forma parecida.

A través de este trabajo el paciente comprende su realidad relacionada con su pasado y decide cambiar esa historia para dejar de sufrir en consecuencia. Es el propio paciente quien trae la solución y respuestas alternativas con el acompañamiento del terapeuta y en un estado de profunda relajación; la conciencia del problema se convierte en acto para dejar de ser algo virtual y concretarlo así a través del cuerpo y la nueva programación consciente.

La reprogramación de la memoria celular hace un aporte magnífico ya que permite, de forma no invasiva, encontrar el núcleo del conflicto y eliminar la carga ancestral con facilidad, cambiándola por una nueva información saludable. Trabaja directamente sobre la reparación de los vínculos familiares, por ejemplo, permitiendo relacionarse desde una nueva óptica y generando vínculos más óptimos para el momento actual.